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El resto del trayecto transcurrió sin mayores problemas, aunque sobre las 4 de la madrugada comenzó a extenderse un hedor a caca muy intenso. Diez minutos después continuamos la marcha, la caca yacía en el desierto, el señor al fondo del autobús soportando las miradas de odio de los viajeros, equipacion qatar la escotilla del techo abierta y un poco de ambientador en el suelo. Cuando el olor se hizo insoportable, detuvo el autobús en el arcén y descubrió el pastel: Un señor mayor se había cagado literalmente en el asiento.