Las bajas entre los defensores fueron de unos 7000 hombres, y el posterior clima de represión provocó numerosos exilios. Obra de Jorge Próspero de Verboom, era un baluarte amurallado de forma pentagonal, con una fosa de protección y una explanada de 120 m de separación entre las murallas y las construcciones de alrededor. Justo al año siguiente, siendo fiel una vez más a su particular sino, el club sufrió la marcha de Benito Villamarín tras 10 años, la muerte de Andrés Aranda y el descenso a Segunda División.