Su funcionamiento era sencillo: una vejiga de cerdo rellena de heno, una pelota de cuero o tela o una pieza redonda de madera se ponía en juego. Competían dos pueblos, barrios o parroquias (a veces, competían casados contra solteros) y el objetivo era llevar la pelota a la puerta de la iglesia principal del rival (también se podía elegir otro lugar, como el interior de una casa).