Pero es que casi todos los casos recientes demuestran que son las federaciones -controladas mayoritariamente por varones- las que están aplicando criterios anacrónicos, o como mínimo muy poco atentos al sentir general (como mínimo al femenino) a la hora de ‘atacar’ la cuestión de las equipaciones de las mujeres. La pregunta que nadie parece hacerse, con aquélla o con la nueva polémica es: ¿desde el punto de vista de la funcionalidad tiene algún sentido que las jugadoras de estas disciplinas jueguen en bikini?